viernes, 4 de septiembre de 2009

De grandes simios, pequeños escarabajos, e instrumentos musicales

Eduardo Jauralde, el Profe:
Interesante el proyecto de los grandes simios -desde pequeño me acostumbraron a llamarlos monos, palabra descartada ahora por la carga peyorativa que le fueron echando encima (recuerdo un cuento de Anays05 que llamaba monito a un petulante funcionario, negro naturalmente, del régimen castro-comunista de la Habana). Para salvar a los monos (como al partido socialista francés) lo primero que hay que hacer, pues, es cambiarles el nombre: simios.
Luego al leer lo de grandes pensé: la ley del más fuerte como siempre. ¿Y los pequeños y humildes? 
Nunca les conté mi combate en favor del pique-prune (ignoro como llaman en español a este tímido y discreto escarabajo cuyo nombre científico es osmoderna eremita) los franceses tan poéticamente sensuales (o sexuales) le dieron ese nombre (pica-ciruelas) porque en periodo de reproducción expele un aroma que recuerda el olor de las ciruelas maduras. (Y ya es raro que el olfato humano capte los feromonas sexuales con los que el macho -sí, el macho- atrae a la hembra).
Los pica ciruelas que yo salvé -con otros ecologistas de mi especie- vivían en el bosque de Bercé (estoy seguro que mi amigo Jotajota lo conoce, al menos de oídas, ya que en él viven los robles cuya madera se utiliza para fabricar las barricas en las que envejece el vino que él sabe apreciar. Cuando lean en la botella envejecido en barrica de roble francés piensen que es roble de Bercé).
El pica-ciruelas es una especie protegida, así que en 1999 conseguimos detener las obras de la autopista A-28 que iba de Tours a Le Mans, lo cual acarreó perdidas millonarias a la empresa que realizaba los trabajos (cosa que nos traía sin cuidado, más bien nos regocijaba). Los árboles muertos o moribundos en los que había colonias de pica-ciruelas fueron cuidadosamente trasplantados a otros lugares del bosque; tras estudio minucioso, se reprodujo el hábitat original, se crearon incluso caminos de trashumancia para que los animalitos pudieran, si sentían curiosidad, ir a ver si del otro lado de la ancha cinta de asfalto (metáfora trillada) el humus silvestre era más apetecible y acogedor... 
Fue una victoria pírrica. En el 2005 se inauguró la autopista. Meses más tarde, el consejo de administración de la compañía constructora y sus accionistas más haldudos -nunca se pudo probar, claro- contrataron un ejército de mercenarios, matones y sicarios que en una sola noche destruyeron las casas de los pica-ciruelas, decapitaron a los machos, violaron a las hembritas y se comieron a las larvas untadas en pan de baguette como si fueran vulgares rillettes du Mans (el diccionario traduce chicharrones finos, pero no es igual).
Creo que me gustaría escribir un cuento con este argumento ¿qué les parece?
PS perdonen si abusé de los paréntesis y dejé alguna puerta mal cerrada...
Myriam Toker:
Querido Profe:
Creo que la historia del rescate de los cascarudos bien vale un cuento, aunque esta vez, como lo ha contado, no se entienda muy bien si realmente sucedió, ya que la cosa termina con una invasión pogrómica a los pobres osmodermae, seguramente perseguidos por ermitaños. Ahí es donde debe haber empezado su identificación.
Hay algo que me llama la atención en lo que dice de monos y simios… ¿No son simios los monos desde el principio de la taxonomía? Si hay quejas, habrá que vérselas con Aristóteles, con Cesalpino o con Linneo.
Viera usted el desastre que es la organología, sistema de clasificación de instrumentos musicales, y no por eso llamamos a las puertas de ninguna ciencia, o tal vez por eso se armó el lío,  al fin y al cabo los músicos tenemos muy claro que somos todos unas bestias, y que si la organología dispone un orden de clasificación por material de construcción para los bronces, por material vibrante para violines e instrumentos de cuerdas excepto el piano, o por forma de ejecución para flautas (de viento) o timbales, nosotros los músicos sabemos que una viola y un saxofón tienen los mismos derechos ante dios, tengan los taxones que tengan, y que, en esto me dará la razón, al fin y al cabo todos los músicos reencarnamos en cascarudos (con el instrumento del lado de afuera), excepto los cantantes, que huérfanos de taxones no están incluidos en la clasificación organológica como instrumento musical y por eso necesitan de proyectos como Gran Simio.
Y menos mal  que no vivimos en el Medioevo y que una parte de los castores no cambia de filo durante la cuaresma, porque entonces las colas de los castores se consideraban temporalmente parte de otro tipo zoológico. Peor aún con las mujeres en aquellos tiempos largos, negros y sucios, pero qué digo, si todavía una mujer puede ser lapidada sin que el resto de la humanidad se pregunte, siquiera, si es humana. Pero, vamos, una mujer no es pequeña, no necesita defensa, es grande e inteligente y que se las arregle, digo más: que todos los grandes se las arreglen por sí  solos (con estas dos menciones, bajo a todo batir como cuervo en busca de simpatías minoritarias).
Lo de grandes simios supongo que ha sido otra de sus bromas, y que sí sabe que los grandes simios son: los gorilas, los chimpancés, los bonobos, los orangutanes y los homo ludens, o sea que el proyecto lo protege también a usted, no se queje ni presente batalla antes de tiempo por pequeños simiecitos sin representación, como dictadorzuelos  o titíes de organillos. Me parece que lo que está usted reclamando es el viejo uso del “póngido” en lugar de “gran simio”. Son los vicios que le dejó la cátedra. ¡A renovarse, hombre, y a dar gracias, que el Proyecto Gran Simio también protege a todos los escritores, los de nutridos o magros palmares, grandes o pequeños, con taxonómicos derechos.
Un abrazo a la espera del cuento de los coleópteros.
Eduardo:
La verdad de verdad es que hacía tiempo que no la leía, doña Myriam, y quise provocar para tener de nuevo el placer de leerla.
La venganza de los accionistas, si no fue real, cabe dentro de lo posible.
Pido perdón por el engaño, pero éste es un taller literario y la literatura es engaño e impostura.
Por lo demás, la batalla de los pica-ciruelas y todo lo demás, hasta los tunelecitos subterráneos, es real y queda constacia mediática y googólica.
Myriam:
Impostor, usted provoque, que siempre me va a encontrar.
Eduardo:
No, por Dios, no soy un hombre de cultura porcina o googólica, de cortar y pegar: sólo lo puse para los santostomases que necesitan tocar llagas cibernéticas para creer en la verdad de las cosas. Lo de los escarabajos lo viví de primera mano (o de primera patita) por vivir un hijo mío que tengo a escasas cuadras del primer roble de la forêt de Bercé y a un tiro de decibelio de la autopìsta.

jueves, 3 de septiembre de 2009

Inaugurado 27etras, noticias... y otros chismes

Inaugurado el blog más desenfadado de 27etras, donde irán a parar las geniales divagaciones de nuestros más meritorios miembros (el desenfado siempre empieza con una buena dosis de autobombo), las que, hasta hoy, sólo disfrutábamos los enterados (en ambos sentidos del término).